With its sophisticated Art Deco architecture, the Municipal Casino symbolizes the revival of Biarritz after the 1^st World War and stands as a testament to an era of unprecedented glamour and social evolution. In the 1920s, the Casino became more popular than ever before: a young, exuberant international clientele, yearning to live the high life and indulge in leisure activities. It was France’s Années Folles (the Roaring Twenties) that signified a conscious break from the “old times”. This was a vibrant time of new developments; new buildings sprang up, state-of-the-art facilities were introduced, and hotels and shops emerged, all characterized by a modern, very geometric style that sparkled with stained glass and brightly coloured mosaics. The old, 1900-style casino, which replaced the Moorish bathing house that existed during Napoleon III’s era, quickly fell out of fashion. The town council, recognizing this shift, encouraged casino owners to renovate their properties. Inaugurated in 1929, right on the beach, the building hosted vast and opulent rooms and a famous casino, shining as a masterpiece crafted by the talented architect Laulhé.

An Art Deco gem

Faced with its surging international popularity and the boom in seaside bathing, the Municipal Council of Biarritz took decisive action in 1893 to construct a new establishment to replace the outdated "Napoleon bathing house". Besides the seaside complex, the town decided to build a casino that would compete with the astounding success of the illustrious Bellevue Casino. However, in Biarritz, fate had a playful hand, and the history turned out to be quite whimsical… After a series of legal disputes, the original concessionaire was dismissed and a new, powerful figure took over, who happened to be none other than the happy operator and owner of Bellevue Casino! In 1901, Alfred Boulant, known affectionately as the “high lord of the green baize”, inaugurated with great celebration the luxurious, golden rooms of the second casino in Biarritz, thereby cementing his place in the annals of local history!

As the famous “beach casino” flourished, it offered a dazzling array of attractions: ballet performances, thrilling music-hall spectacles, captivating concerts, intricate betting strategies, sparkling champagne, and an abundance of “pretty girls” who delighted the crowds. When Alfred Boulant passed away in 1927, his family ensured that the casino would continue to thrive, with his son-in-law, Georges Détrimont, unveiling in 1929 an extraordinary construction, which was not only fine and luminous but also geometric and impeccably proportioned, brought to life by the architect Laulhé’s skillful hands. Alas, ominous clouds loomed on the horizon as the dark days of economic turmoil and war threatened the establishment's future. In 1932, the Boulant family made the difficult decision to sell their assets, and the casino’s activities gradually waned, descending towards a state of near-abandonment by the late 1980s, prompting the municipality to deliberate on its demolition. This alarming outlook ignited a genuine public outcry that manifested in the elections: the elected official Didier Borotra became a champion of the casino's rehabilitation. Thus, in 1992, the casino was saved from impending doom. The architect François Lombard (1938 – 2004), recognized as a pioneering figure in architectural programming in France, adeptly adapted the structure to modern needs while also showcasing the stunning Art Deco façade that gracefully stretches along the Grande Plage. The casino has been listed in the Supplementary Inventory of Historical Monuments (ISMH) since October 7, 1992, ensuring its legacy as a cherished historical landmark.

Con su sofisticada arquitectura «Art déco», el Casino Municipal simboliza el renacimiento de Biarritz tras la Primera Guerra Mundial, un lugar que resuena con historias de esplendor y transformación. En los años 20, la afluencia es sin parangón. Una clientela joven, internacional y desenfrenada, que busca constantemente formas de consumir, vivir plenamente y dejar su huella. Se trata de los locos años veinte, un periodo caracterizado por una ruptura total con los «viejos tiempos», donde todo se transforma. Se construyeron nuevos edificios impresionantes, se crearon instalaciones modernas, y hoteles y tiendas surgieron en este nuevo estilo muy geométrico, decorado con brillantes vidrieras y mosaicos de colores vivos. El antiguo casino de 1900, que había sustituido a los baños de estilo morisco de la época de Napoleón III, ya no está de moda, y la municipalidad anima a los propietarios de casinos a renovarse. Inaugurado en 1929, frente a la playa, el edificio, con sus vastos y opulentos salones y su famoso casino, se convierte en una obra maestra del arquitecto Laulhé, un lugar que captura la esencia de la vivacidad y el lujo de la época.

Joya "Art déco"

Ante el éxito internacional de Biarritz y la explosión de los baños de mar, en 1893 el municipio decidió la construcción de un nuevo establecimiento para sustituir los obsoletos «Baños de Napoleón». Además del complejo balneario, el consistorio decidió abrir un casino para competir con el arrogante éxito del famoso «Bellevue». Pero en Biarritz, la historia a menudo toma giros inesperados… Tras un contencioso muy fuerte, el concesionario seleccionado fue rechazado y otro hombre de gran poder ocupó su posición; un personaje que no era otro más que el propietario y feliz operador del casino Bellevue. En 1901, Alfred Boulant, «el gran señor del tapete verde», inauguró con gran pompa y boato las salas doradas del segundo casino de Biarritz, un momento que quedó grabado en la memoria de todos.

Ballet, music-hall, conciertos vibrantes, estrategias de juego complejas, champagne burbujeante y «chicas del arte» que alegraban el ambiente, todos estos elementos contribuyeron a la fama y la gloria del «casino de la playa». Al fallecimiento de Alfred Boulant en 1927, su familia asumió la continuidad del legado y su yerno, Georges Détrimont, dio a conocer en 1929 una obra excepcional, al mismo tiempo fina, luminosa, geométrica y perfectamente proporcionada, hecha con admirable destreza por el arquitecto Laulhé. Por desgracia, las horas oscuras de la crisis y la guerra se perfilan en el horizonte, amenazando el futuro del casino. En 1932, la familia Boulant decidió vender sus activos, y el establecimiento vio cómo su actividad declinaba lentamente, llegando a un estado de casi abandono a finales de los años 80. Esto llevó al municipio a plantearse su demolición, pero esta perspectiva generó un verdadero clamor ciudadano que encontró eco en las urnas: el funcionario electo, Didier Borotra, se convirtió en el defensor de la rehabilitación. En 1992, el casino fue finalmente salvado de la devastación.

El arquitecto François Lombard (1938-2004), reconocido como un pionero de la programación arquitectónica en Francia, adaptó el edificio a su época al tiempo que supo resaltar con maestría la larga fachada Art-Déco que se extiende sobre la Grande Plage. El casino fue incluido en el Inventario Adicional de los Monumentos Históricos el 7 de octubre de 1992, garantizando su protección y legado como un espacio cultural valioso para las generaciones futuras.